Funcionamiento del Turbocompresor.
Un turbocompresor, también llamado turbo, es un refinado dispositivo mecánico de sobrealimentación que usa una turbina centrifuga conducida por los gases de escape del motor para hacer rotar un compresor unido a ella a través de un eje. Este tipo de sistemas se suele utilizar en motores de combustión interna alternativos, especialmente en los motores diésel.
Para funcionar, un turbo necesita el gas de residuo de combustión que se expulsa por el conducto de escape, así como aire del exterior para comprimir y enviar al motor, a fin de que éste queme en su máxima capacidad el combustible. También requiere aceite lubricante para evitar daños en sus componentes internos ocasionados por fricción y/o exceso de temperatura.
De forma sencilla, un turbocompresor, lo que es igual que un compresor que funciona con turbina, aprovecha el desecho de combustión que sale por el escape y lo “recicla” mediante la turbina, produciendo una energía que se retribuye al compresor de aire. Este, por su parte, se ocupa de comprimir el aire para que provea al cilindro del motor aire condensado lo que, realmente, se traduce en un aprovechamiento mayor o máximo del combustible.
La velocidad a la que gira el turbo depende del modelo y su dimensión; dependiendo de su tamaño, pueden alcanzar velocidades máximas que se encuentran en el rango de 50.000 hasta 300.000 revoluciones por minuto, lo que supone unos 5.000 giros por segundo. Debido a esto, el acabado y la revisión final del turbo deberá ser exhaustiva, dado que a tales velocidades cualquier interferencia puede dañar seriamente el turbo en poco tiempo. Por esa razón, los turbos deben estar perfectamente balanceados para su correcto funcionamiento.